"Señores de ARENA, PCN y PDC... quiero estar mejor representado"

“ARENA perdió una oportunidad de moverse hacia una dinámica concertadora, al haber rechazado la propuesta del FMLN de una presidencia rotativa.”

El ambiente concertador que se generó después de las elecciones del 15 de marzo, en especial a partir del discurso de proclamación de Mauricio Funes, puede no durar mucho. Por las señales recibidas al momento, los criterios de fidelidad partidaria o protección de oscuros intereses se están imponiendo en el proceso de elección del fiscal y magistrados de la Corte sobre los criterios de calidad e idoneidad. Esto encamina el necesario ejercicio de la negociación política por los vericuetos de las viciadas prácticas a la que nos tiene acostumbrado la Asamblea Legislativa, y no por los rectos caminos de la sana concertación.

A lo anterior le ha seguido la elección del presidente de la Asamblea Legislativa. ARENA perdió una oportunidad de moverse hacia una dinámica concertadora, al haber rechazado la propuesta del FMLN de una presidencia rotativa. Lejos de ello, fue una elección que para nada apunta a la renovación y modernización de la derecha. Al contrario, mira hacia el retrovisor de aquello que ha venido contribuyendo a su deterioro.

Más aún, fue una elección provocadora. Ciertamente no se puede justificar la toma del Salón Azul, ni mucho menos, por parte de unos simpatizantes o militantes del FMLN. El hecho es condenable y ante todo preocupante (¿Será el comienzo de una práctica política para expresar el desacuerdo?). Sin embargo, es comprensible, como comprensible es la indignación que tal nominación ha provocado en un amplio segmento de la población.

Ante ello, me permito traer a cuenta algunas frases que escribí en este periódico hace casi siete años, a raíz de unas circunstancias similares. “… Se ha venido argumentando que la presidencia de la Asamblea carece de poder real y es más que todo simbólica (como si lo simbólico no fuera importante)... Justamente por eso la presidencia debería ser ocupada por una persona respetada, sin antecedentes de corrupción... debe ser símbolo, extracto y representación de lo mejor de nuestro pueblo y de nuestros diputados… Ni yo, ni los miles de ciudadanos, de derecha, centro e izquierda, que se han venido últimamente expresando por los medios de comunicación queremos que la presidencia de la Asamblea simbolice y represente a los buseros que se paran donde quieren, irrespetan a quien quieran y se suelen pasar en rojo los semáforos del derecho y la convivencia. Ni que simbolice a los policías que viven de las ‘mordidas’, ni a la mediocridad de nuestro fútbol, ni a la cultura del vivo y del pícaro que pulula en nuestras calles. No nos vemos en ese espejo... Señores de ARENA, PCN y PDC, lo siento, pero quiero estar mejor representado.” (LPG, mayo de 2002)

Escrito por Roberto Rubio-Fabián columnista de La Prensa Gráfica.

Tomado de La Prensa Gráfica